Frio y calor

 Frio y calor

     KIMONO DE RAYOS DE LUNA

     Hace mucho, mucho tiempo, en un país lejano vivieron  un hombre y una mujer. Tuvieron casa, trabajaron sin descanso, pero se sintieron solos y tristes. No tuvieron hijo que les alegre, que llene con sentido su vida.

     Un día, hacienda lo mismo como cada mañana, el hombre se fue al bosque para cortar leña. Allí observó un arbusto poco común. Que raro! Hasta ahora no había visto un arbusto con flores como estas. Se acercó lentamente y silenciosamente y que raro – dentro de una de las flores encontró un niño sentado.
     La alegría de lo que ha visto era enorme.
     Cargo la leña en el coche, puso el niño en su mano y se marchó a su casa. Él lloró, se rió y sin descanso repitió:
     - Por fin la felicidad se nos sonrió…
     Desde lejos empezó a llamar a su esposa:
     - ¡Mujer, mujer, salga para que veas que te traigo!
     Le mostró al niño a su mujer. Su sorpresa era enorme. Lágrimas bañaron su rostro. El corazón materno se llenó de amor.
     El hombre hizo un giro – grande y bonito.
     La mujer hizo una manta - esponjosa y suave como las nubes blancas.
     El niño creció rápidamente e imperceptiblemente. Se convertió en un joven grande y bueno, pero una cosa trastornó su alma. Fue triste y solo. Supo que debe abandonar a los que lo crecieron con tanto cariño.
     Una noche, a medianoche, una luz de plata y fuerte iluminó la tierra y todos vieron que desde el cielo llegó un carro. Se paró lentamente cerca de su casa. Uno de los mensajeros bajó de esta y dijo a los demás, diciéndoles:
     - Gente buena, no se ponga triste. Él debe regresar con nosotros.
     - ¡Caro príncipe, regresa! Esto es tu deber, te esperamos.
     Entonces el joven les dijo:
     - Yo soy un príncipe de las estrellas. Nací en la luna. Llegó el momento de mi regreso al lugar desde donde llegué. No se pongan tristes He aquí mi regalo para vosotros. Esto es un kimono, hecho de rayos de luna. Cada vez cuando lo pongan, yo llegaré invisible a vosotros. Adiós.
     Subió al carro, devolviendo su Mirada hacía atrás y agitando. Caballos con alas prestaron el carro. Ella subió cada vez más arriba y arriba, mientras que por fin desapareció en la infinidad del cielo de plata.

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Contenidos:
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 Kimono de rayos de luna.